Lo notas, sientes que todo va a empezar a otra vez,
repitiéndose, cerrando el círculo que ingenuamente pensabas que habías
conseguido abrir para siempre.
Te sientes sola, sin nadie que te escuche. Intentas dar la voz de alarma
pero no consigues articular palabra, y mientras tanto, sigues escuchando ese
incesante sonido que cada vez cobra más vida y va acelerando su ritmo.
Intentas
detenerlo, frenar aquel hilo musical que parecía sacado de las entrañas del
mismísimo infierno, pero te sientes débil. <<Esta vez no>>
piensas mientras sientes que tus ojos se van inundando con las primeras
lágrimas. Otra vez ese sonido incesante, ensordecedor. Consigues alzar la mano, por
la cual empieza a subir ese hormigueo que ya era continuo en los pies, intentas moverlos, pero no hay
manera. Sientes que si intentas ponerte en pie, tus piernas no podrían soportar tu peso, que
te dejarían caer como un lastre, y otra vez ese sonido que te hace perder
la esperanza.
Pero no te rindes, consigues golpear levemente a la persona que tienes
delante en un intento desesperado por llamar su atención. Pero no hay
respuesta, la única señal que te indica que ha percibido tu llamada es una mano
que se levanta sin girar el rostro indicando que en estos momentos no tenía
tiempo para atenderte. ¿Por qué no se gira? Piensas mientras vas dejando que un
repentino sueño se apodere de ti. Sin ser consciente de ello, tu mano sigue golpeando
su espalda. Se gira, sientes que todavía es posible, consigues ver la luz al
final del túnel que te de las fuerzas para seguir luchando. Luchando contra el
sueño, luchando contra el hormigueo, pero sobre todo, luchando contra ese
sonido, ese sonido que deseas que deje de presionarte el pecho.
Ves que te mira con ojos
asustados, te ves reflejado en sus pupilas, lo vas a conseguir, y mientras te
repites frases alentadoras, consigues permanecer despierta, consigues que la
oscuridad no te domine por completo.
Ves que la gente se marcha, notas las miradas de soslayo que dirigen
hacia ti, pero nada de eso importa. Sientes que la mano ya está completamente
paralizada, te duele, te asustas, pero quieres permanecer despierta. Otra vez
ese sonido.
Ves que hay algunas personas que aún están en la clase, consigues
oírlas, pero no escucharlas, estás demasiado concentrada intentando parar aquel
sonido, intentando poner todo en orden. Pero estás cansada, te rindes, dejas
que el sueño gane la batalla. Lo último que recuerdas es el dolor de la mano,
el sonido incesante, el sonido de los latido taquicárdicos de tu corazón.
Empiezas a escuchar voces, te sientes despierta, esperas volver a escuchar
aquel sonido, pero ya no está. Lo único que te recuerda lo que unos instantes
antes había pasado era la mano, te seguía doliendo. Abres los ojos con miedo a
la luz repentina después de aquella oscuridad y cuando consigues focalizar la
mirada, ves a un grupo de personas a tu alrededor. Percibes miradas llenas de
miedo, miradas serenas pero con un matiz de pánico.
Te sientes culpable, lo habías vuelto a hacer.